martes, 26 de mayo de 2015

Entre escobas y cantuesoa


No sé si para alguien que le guste la naturaleza habrá algo más gratificante
que observar el comportamiento de las especies que nos acompañan. Si esto además es en primavera, con todo el campo florido y a una distancia mínima ya es lo máximo.


Estos días he estado observando a las rapaces que viven alrededor de nuestra casa, son varias especies, así que por empezar por alguna voy a dedicar esta entrada a unos de mis favoritos: los Milanos negros.


No sé si habrá algún sitio en toda la península donde su silueta no se recorte en el cielo. Al menos aquí en nuestra tierra abundan las dos especies el Milano negro (Milvus migrans) Y el Milano real (Milvus milvus) aunque en distintas épocas del año.


En la zona en que me encuentro abundan los conejos y gracias a ellos hace años que varias parejas de Milanos negros en esta época, y varios Milanos reales en invierno, se han establecido aquí, además de Ratoneros, al menos una pareja de Águilas calzadas y algún otro visitante esporádico cuya presencia no deja de sorprender en esta zona muy lejos de sus querencias naturales.



Escondido en un pequeño “mini hide” y después de varios intentos por fin hoy he disfrutado de las acrobacias y peleas de unas cuantas especies de vecinos alados, incluso con sorpresa final, y todo en fila preferente y a menos de 10 m.






En este caso, de nuevo han sido unos conejos atropellados en la carretera los que me han servido para atraer a alguna de estas rapaces a una zona donde el entorno  era más favorable para todos, ellos podrían degustar el menú sin exponerse a ser atropellados, como ya les ha ocurrido a algunos congéneres, y yo podría observarles y tomar algunas fotos.




Volviendo a los Milanos negros que en este caso son los protagonistas de esta entrada.


Llegan de África a finales de invierno o principios de primavera y crían aquí. Pasan con nosotros todo el verano y regresan a sus cuarteles de invierno a finales de verano, que es precisamente cuando empiezan a volver de sus cuarteles de invierno en el norte de Europa los Milanos reales para pasar aquí el invierno, coincidiendo ambas especies unas pocas semanas sobre todo a finales de invierno cuando comienzan a regresar los Milanos negros, y antes de que los reales se vayan a sus zonas de origen a criar.


El plumaje del Milano negro es marrón oscuro con la cabeza más o menos clara a veces tirando a un color grisáceo. Su característica cola más clara que el resto del plumaje termina recta, o ligeramente curvada hacia fuera si la extienden entera. El tercio exterior de la parte inferior de las alas es más claro, lo que a veces hace difícil la identificación de los individuos jóvenes, pues vistos en vuelo tienen un aspecto ligeramente parecido al de los Milanos reales adultos.



A pesar de su fiero aspecto de “Águila” acompañan a Buitres y Alimoches en el gremio de basureros del campo aprovechando carroñas acordes con su tamaño, que suelen consumir en el aire.



Cuando cazan lo hacen normalmente sobre presas disminuidas físicamente o sobre sus crías, aunque prefieren buscar alimento “ya muerto”, por eso su localización es más fácil cerca de vertederos humamos, o en zonas donde les sea factible encontrar cadáveres, por lo que también se suelen ver posados en los postes del tendido eléctrico o planeando sobre las carreteras para hacerse con los pequeños mamíferos atropellados como conejos, erizos o liebres.


Son ladrones en potencia y muchas veces persiguen a otras rapaces más pequeñas, a córvidos, o a otros congéneres para robarles el alimento que acaban de conseguir. Les acosan hasta que lo sueltan para recogerlo antes de que llegue al suelo y comérselo en el aire mientras planean.




Cuando consiguen una presa que no puedan elevar, la defienden en el suelo, y no cabe duda que el que quiera disputársela se lo tiene que pensar dos veces.





El Milano real es ligeramente mayor que su pariente y tiene un plumaje algo más llamativo con la cola bastante más ahorquillada. Las zonas claras de las alas del Milano real son prácticamente blancas, y el marrón jaspeado del plumaje tira más a amarillento o dorado. Aunque esta entrada va dedicada al Milano negro aquí quedan algunas fotos de sus primos.







Ambas especies son verdaderos malabaristas aéreos, su agilidad en las maniobras es sorprendente, y a pesar de que normalmente les vemos planear buscando alimento, cuando lo localizan sus picados y la posterior precisión con que “agarran” la comida es sorprendente.

Sus siluetas en vuelo son inconfundibles y el fotografiarles volando es todo un reto que algún día espero superar consiguiendo una foto que me satisfaga plenamente, de momento me tengo que conformar con éstas.




Su vista y su desconfianza hacen que sea unas aves difíciles de fotografiar recechándolas, por lo que si queremos tomar alguna foto decente no nos quedará más remedio que aguardarlo en algún escondrijo próximo a donde se alimenta atrayéndole con alguna “golosina” y esperar a que la suerte nos acompañe. Lo que no cabe duda es que una buena foto de un Milano nos compensa del trabajo que nos puede dar conseguirla.





Espero que os haya gustado. Hasta la próxima.

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