miércoles, 11 de enero de 2017

Fotografiando desde un hide


Un año más a la espalda y por suerte comenzándolo igual que
el que terminó, enganchado a la fotografía y disfrutando de la Naturaleza, bien sea en la montaña con la cámara a cuestas o metido en un hide, pero siempre en contacto con los animales.



Ésta primera entrada del 2017 quería dedicarla a la fotografía de animales desde un hide, esos escondites que nos facilitan la observación de la fauna salvaje de nuestro entorno a una distancia mínima, y nos permiten tomar fotografías que de otra manera solo se conseguirían de casualidad, como la de ese Peregrino que fue a capturar una paloma delante de mi.


Pero no estoy hablando de los impersonales hides comerciales a los que vas pagando, sino de esos hides preparados por uno mismo, o por amigos con los que compartes afición, y con los que luego compartes visitas. No hace falta construir un chalet de lujo, una pequeña caseta de simples tablas forradas con el material apropiado, en la que entren un par de sillas y los trípodes con los equipos, será suficiente.



Una vez que nos hayamos propuesto montar un hide y constatada la presencia de los animales que queremos observar, lo primero y más importante es encontrar un sitio en el que pueda pasar desapercibido a la gente, después tramitar los permisos administrativos, y por último conseguir que sea aceptado por la fauna de la zona para que los animales se acerquen a él sin recelar.


Sin embargo aunque parece sencillo, el conseguir tener ese hide descrito lleva mucho tiempo y muchas horas de trabajo, todos los días tienes aportar un pequeño "cebo" que anime a los habitantes de la zona, tienes que pasar muchas horas observando cómo se comportan hasta que se deciden a entrar,  pero cuando después de semanas consigues que te entre alguna de las especies que buscabas y tomas la primera foto es algo muy especial. En  este caso fue un Milano negro el primer visitante.


Cuando estás recechando en el monte ves a muchos animales diferentes, sin embargo en el hide terminas por conocerles a casi todos y acabas estableciendo un vínculo con ellos, te preocupas cuando alguno falta a la cita, sobre todo en la época de caza, y llegas a conocerles de tal manera que puedes interpretar sus sonidos y muchas veces predecir su comportamiento.

Cuando el hide está destinado a la observación y fotografía de grandes aves, las cosas se complican bastante más que cuando preparas un pequeño hide para observar un comedero o bebedero al que acudirán normalmente pequeñas aves, aunque hay veces que por la orografía del terreno y con circunstancias favorables, consigues tener un hide mixto desde el que podrás observar a prácticamente todos los habitantes de la zona.



Éste es el caso de uno de nuestros hides, al que va dedicada esta entrada, pues en un principio estaba destinado solamente a rapaces, pero que después de instalar un pequeño bebedero este verano, hemos conseguido que casi todos los animales del entorno se acerquen a beber.
En la entrada "Cuando el agua escasea" podéis ver lo que ese bebedero ha aportado este año.


Cuando montamos este hide pensábamos principalmente en los Milanos, pues es una zona en la que abundan bastante, pero la sorpresa fue cuando empezaron a aparecer especies que ni por asomo pensamos que podrían estar viviendo aquí, o tan cerca que podrían aparecer en unos minutos en cuanto los córvidos anunciasen que había alguna "golosina" en el sitio. Es el caso de los hermanos mayores de los Milanos: los Buitres y Alimoches.





Pero la sorpresa fue en aumento cuando aparecieron otras especies de rapaces mucho menos habituales en esta zona como el Águila real, el Águila calzada, y el Aguilucho lagunero.







Las dos finalidades importantes del hide son poder observar a los animales y poderles tomar fotos, para esto tenemos que conseguir que acudan a su proximidad sin recelos, y esto se logra modificando lo menos posible el entorno, entonces cuando el hide está integrado, te das cuenta de las especies que hasta entonces nos pasaban desapercibidas. El año pasado al menos tengo constancia de 50 diferentes.


Aunque de cara a la fotografía podría parecer que una vez has fotografiado a todos los visitantes continuar sería algo monótono, no es así, el acercamiento, la entrada, o el comportamiento de los animales pocas veces se repite ya que son muchos los factores que intervienen, y lo mismo ocurre con las luces y con los fondo a lo largo del año.




En el caso de los Milanos, tanto los negros como los reales, les gusta coger la comida dando pasadas a una gran velocidad y realizando quiebros impensables en la aproximación, esto junto con su manía cleptómana quitando la comida a otras aves nos dará ocasión de probar nuestros reflejos para conseguir alguna toma aceptable de estas aves en vuelo.







Aunque también los vuelos pueden ser protagonizados por otras especies que normalmente son más fáciles de seguir.




Para las tomas estáticas de aves tenemos los posaderos o simplemente el suelo, que dependiendo de la estación nos ofrecerán unos fondos que pueden llegar a ser espectaculares. La disposición de estos posaderos es muy importante, ya que los hemos tenido que ubicar de tal forma que no interfieran en los vuelos, que no se solapen para fotografiar las entradas a ellos, y que tampoco interfieran o lo hagan lo menos posible en las posibles entradas o avistamientos de animales terrestres. En las tomas siguientes podemos ver en el mismo posadero a unos de los visitantes más agradecidos del hide, los Ratoneros, en cada una de las estaciones de primavera a invierno.





También vemos que sin ningún motivo aparente para nosotros, alguno de los posaderos les resulta más atractivo que los otros y eso nos permitirá fotografiar en él a varias especies.





Hay un posadero en este hide que colocamos de forma provisional, pero que "ellos" le han destinado a vigilancia, y desde él controlan lo que hay en el entorno, a él suelen acudir cuando se produce una señal de alarma, y también a tomarse unos minutos de reposo después de comer, por lo que aunque no es muy fotogénico no nos atrevemos a quitarlo.




En el suelo podremos tomar fotografías de nuestros huéspedes alados interactuando, bien sea mediante peleas, demostraciones de fuerza o cualquier otra forma de comportamiento. La más llamativa es la pelea que a pesar de la aparatosidad termina en un simple revolcón y el abandono del más débil o del menos hambriento.






Personalmente cuando  fotografío rapaces prefiero poder captarlas en movimiento, y para mi si hay algo que destaca en la fotografía desde un hide, son las entradas de estas aves al "campo de juego", esas fotos son mis preferidas pues de alguna manera reflejan su poderío. Las entradas que pueden ir dirigidas a un posadero o directamente al suelo tienen un atractivo especial.











Antes de terminar con los visitantes alados hacer mención a tres especies que hay que soportar y que aunque a veces nos ofrecerán alguna toma interesante, son muchísimas más las fotografías que nos estropean, bien por ponerse en el medio, o bien por no dejar aproximarse a otros visitantes, pero.....no queda más remedio que soportarlas.




Terminamos con los visitantes emplumados y pasamos a los de "pelo". No cabe duda que ver cualquier rapaz es algo importante, pero para mí cualquier mamífero que entre al hide siempre tendrá prioridad. Aquí nos encontramos que solo los zorros y algunos mustélidos son factibles de ser atraídos legalmente en la zona en que nos encontramos, y cualquier otro animal terrestre que nos visite lo hará de forma ocasional.


Los zorros son mis protagonistas indiscutibles, y quiero empezar con el que fue el primer zorro de este hide. Disfrute de él varios meses, desgraciadamente ni él ni su hembra sobrevivieron a la temporada de caza En el Blog, y en la entrada: "Maese zorro" hay una pequeña historia dedicada a esta pareja


Sé que muchos no estarán de acuerdo conmigo, pero cuando veo a lo lejos su campeo y trato de seguir su acercamiento entre la maleza hasta que llega a entrar, es algo para mi más emocionante que la entrada de cualquier ave rapaz.




Estos son "mis chicos", desgraciadamente la zona de monte en la que viven es muy pequeña, y temo que los escopeteros les acaben matando igual que mataron hace un año a los padres de la hembra.



El macho es mucho más confiado y nada más que las urracas indican que hay algo para comer acude, y rápidamente escoge los bocados que más le gustan, y sale corriendo para comérselos más tranquilo donde se sienta más protegido.






La hembra es una cría de la pareja del año pasado que sobrevivió. Ha conseguido atraer a su zona a ese precioso macho, pero sigue siendo muy desconfiada y pocas veces ha abandonado la protección de la maleza para entrar al terreno despejado.






Cuando se acercan, la situación que se crea durante unos segundos estando a apenas 8 ó 10 mts de ellos mirándoles a los ojos, pues aunque no nos vean su olfato les dice que en "ese sitio" hay algo que no es normal y no apartan la vista para controlarlo, es de una sensación que al menos a mi no me produce ninguna rapaz, su mirada es tan noble como la de cualquier perro, y estoy seguro que si viéndoles así alguien fuese capaz de hacer daño a estos animales, tendría muy poco de humano.


Con las fotos de los raposetes terminamos la primera entrada de este 2017 a la que dedicaremos alguna precuela, y secuela más adelante. Espero que os haya gustado, y hasta la próxima. 
     



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