sábado, 18 de mayo de 2013

El vuelo de la avutarda


No cabe duda que el ver en el aire un animal de más de una docena de kilos no deja de ser al menos algo que llama la atención.


Son muchas las veces que hemos ido a ver y fotografiar a las avutardas y siempre parece que se busca ese primer plano de un barbón haciendo la rueda, al menos eso es lo que suele verse en casi todas las fotografías llamativas de esta ave. Yo no voy a negar que hemos buscado esa foto, pero aproximarse “a pelo”, que es lo que nos gusta, a una rueda de avutardas es un tanto complicado y aún no la hemos conseguido.


Sin embargo hay otras muchas facetas del comportamiento de estos animales que llaman la atención, y que no tienen nada que envidiar al comportamiento del corto periodo del celo de estas aves, con la ventaja además de que podemos apreciarlas durante todo el año.

Uno de esos comportamientos y seguramente el más común es ese andar desafiante de los machos que se van alejando sin dejar de mirarte, o esa tranquilidad de los grupos de hembras que ves como van ocultándose detrás de una loma sin que casi aprecies movimiento, hasta que van desapareciendo una tras otra hasta quedar solo una cabeza que destaca en el horizonte como si de un periscopio se tratase, y que no deja de observarte para de repente también desaparecer.




En esas ocasiones piensas, esta es la mía, y vas rápido a tratar de sorprenderlas para comprobar que cuando llegas allí la mayoría de las veces se las ha tragado la tierra, solamente esas pocas veces que consigues sorprenderlas es para apreciar otra de las facetas interesantes de las avutardas, pues te encuentras con esa explosión que es la arrancada de estas aves.


Es común ver de lejos avutardas en vuelo cuando vamos de rececho a fotografiarlas, pero casi siempre la situación es la misma: alejándose, pues nos han visto o las hemos molestado y se sienten acosadas.


Pocas veces deciden volar paralelas a nosotros, y la estampa que ofrecen en ese momento es para mi una de las más fotogénicas que puede ofrecernos la avutarda.


Conseguir a pulso esa foto nítida de un ave volando es muy difícil, al menos para mí, pues a pesar de que en este caso ayuda su tamaño y el vuelo es lento, normalmente la distancia será bastante grande. En la última salida este enorme macho se arranco delante de nosotros a unos 50 metros  y en vez de alejarse, como suelen hacer, voló paralelo a nosotros y en esta secuencia se aprecia el recorrido total de las alas para mantener en el aire esos 15 kilos que pueden legar a pesar y de los que este ejemplar no andaría lejos.




Seguiremos buscando esa toma “a pelo” de la rueda del barbón, pero sin prisa y disfrutando mientras tanto de esas situaciones que nos ofrecerá su comportamiento tan especial.    


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